A lo largo de los últimos años, Monterrey ha experimentado un acelerado desarrollo vertical que ha transformado por completo su paisaje urbano. Sin embargo, en medio de esta ola de construcciones, persiste un debate fundamental: ¿cuál es la identidad arquitectónica de la capital regiomontana? Agustín Landa Ruiloba, director del despacho Landa+Martínez, ha retomado el legado de su familia para plantear un enfoque que, lejos de centrarse únicamente en la estética o funcionalidad, busca proyectar una arquitectura atemporal, enraizada en el carácter y los materiales típicos de la región.
Landa Ruiloba, nieto e hijo de reconocidos arquitectos, está convencido de que Monterrey debe abrazar una identidad propia en su arquitectura. “Monterrey es acero, concreto, ladrillo y vidrio”, afirma. Desde su despacho, se ha propuesto desarrollar edificios que no solo respondan a las necesidades del presente, sino que también resistan el paso del tiempo y representen fielmente el alma regiomontana.
La atemporalidad como filosofía
Uno de los principios fundamentales del despacho Landa+Martínez es la atemporalidad. En una ciudad donde abundan los desarrollos que apuestan por modas pasajeras o estilos foráneos, Landa defiende una visión que privilegie la permanencia estética y funcional. “Trabajamos con la geometría, con líneas limpias, evitando cualquier elemento que esté de más”, explica.
Este principio no solo responde a una cuestión de gusto o estilo. En términos económicos, construir con base en la atemporalidad representa una inversión de largo plazo. Los edificios que no dependen de las tendencias tienen mayor capacidad de adaptarse a los cambios del mercado, conservar su valor y seguir siendo funcionales con el paso de los años. Para Landa, la arquitectura no debe ser desechable.
Carencias en planeación urbana
Pese a la vocación de algunos despachos por establecer una identidad arquitectónica regiomontana, el contexto urbano no facilita esa misión. A diferencia de otras ciudades que cuentan con lineamientos específicos que regulan estilos y materiales, Monterrey carece de una guía que oriente el crecimiento desde una perspectiva integral.
Ciudades como San Miguel de Allende o Barcelona, por ejemplo, se distinguen por una imagen urbana homogénea que es resultado de una planeación rigurosa. En cambio, Monterrey ha priorizado la rentabilidad inmediata de los desarrollos, lo que ha dado lugar a una mezcolanza visual de estilos y alturas, sin cohesión entre las zonas. Esta situación dificulta la construcción de una narrativa urbana coherente.
A eso se suma que muchos proyectos están subordinados a intereses financieros que, en ocasiones, limitan la libertad creativa de los arquitectos. Landa lo reconoce sin rodeos: “El interés económico siempre está presente, pero buscamos que la arquitectura también sea protagonista”.
Volver a las raíces materiales
Parte de la estrategia de Landa+Martínez para construir una identidad regiomontana pasa por el uso de materiales que conecten con la historia industrial de la región. El acero, el concreto aparente, el ladrillo artesanal y el vidrio forman parte esencial de su paleta. Estos materiales, además de remitir al pasado productivo de Monterrey, aportan robustez y sobriedad a los proyectos.
El despacho también apuesta por una arquitectura ordenada, en la que cada elemento tenga un propósito definido. Evita
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