Mientras las lluvias se aproximan a Nuevo León, una nueva alerta pone en jaque al Gobierno estatal. La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) advirtió que los residuos dejados por la construcción de la Línea 4 del Metro en el cauce del Río Santa Catarina representan un peligro inminente. De no atenderse, las consecuencias podrían ser devastadoras.
Aunque el proyecto se promovió como una solución de movilidad, su ejecución lenta y deficiente ha desencadenado ahora un conflicto ambiental. El organismo federal emitió una orden directa: se debe retirar el escombro abandonado por las obras del Metro que hoy obstruye el paso del agua en el lecho del río.
La acumulación de material, resultado de los trabajos inconclusos, amenaza con bloquear el cauce natural y provocar inundaciones durante la temporada de lluvias. Esta advertencia pone en tela de juicio no solo la viabilidad de la obra, sino también la capacidad del Gobierno de Samuel García para prevenir daños ambientales.
Escombro abandonado, lluvias en puerta
Durante una inspección en el tramo intervenido del Río Santa Catarina, CONAGUA identificó una concentración alarmante de restos de construcción derivados de la Línea 4. Este material no solo fue depositado sin autorización, sino que también representa un obstáculo físico para el libre tránsito del agua, sobre todo en épocas de tormenta.
El panorama se vuelve aún más delicado si se considera que, históricamente, el río ha sido propenso a desbordamientos. En este contexto, la presencia de escombro puede ser el detonante de una nueva emergencia hidrometeorológica.
La Comisión advirtió que la acumulación de estos residuos debe ser eliminada de forma inmediata. Además, enfatizó que ningún proyecto de infraestructura tiene permiso para dejar desechos en cuerpos de agua activos, mucho menos cuando existe un riesgo tan claro para la seguridad pública y el entorno ecológico.
🔴⚡️#ULTIMAHORA
— César Cepeda (@cesarmty) May 28, 2025
Ordena @conagua_mx al Gobierno de @nuevoleon el retiro inmediato de escombros y material de la construcción del Metro que mantiene en el cauce del Río Santa Catarina por riesgo de lluvias y posible crecida.#Monterrey pic.twitter.com/X2b3wwoAQR
Un metro que avanza… hacia el desastre
La Línea 4 del Metro, presentada con bombo y platillo como un emblema del progreso en Nuevo León, se ha convertido en uno de los principales dolores de cabeza para la actual administración. Más allá del retraso en su ejecución, ahora se suman los cuestionamientos sobre su impacto ambiental.
Voces expertas advierten que los trabajos no solo están mal coordinados, sino que también han dejado huella en zonas naturales sensibles. El Río Santa Catarina, un cauce vital para la ciudad, se ha visto directamente afectado por la falta de planificación en el manejo de residuos de obra.
Vecinos de Santa Catarina y zonas aledañas han denunciado desde hace semanas la presencia de montones de tierra, concreto y estructuras metálicas abandonadas. Lo que inició como una molestia visual y logística, se ha transformado en un foco de preocupación real ante las lluvias que se esperan en las próximas semanas.
Organizaciones civiles también han manifestado su inconformidad, exigiendo al gobierno de Samuel García que cumpla con las normas ambientales y que retire el escombro antes de que las lluvias conviertan el problema en tragedia.
Samuel García, sin respuesta a la advertencia
Pese a la contundencia del llamado de CONAGUA, el gobierno estatal no ha emitido una postura oficial ni ha informado sobre acciones para corregir la situación. Esta omisión ha sido criticada tanto por ambientalistas como por líderes comunitarios que consideran inaceptable el silencio ante una advertencia tan seria.
El riesgo no solo recae en un posible desastre natural: también está en juego la credibilidad de un proyecto que prometió desarrollo, pero que hasta ahora solo ha dejado retrasos, caos y preocupación. Las lluvias no esperan y el tiempo para resolver la situación se agota.
Si la administración estatal no actúa con prontitud, las consecuencias podrían ir desde inundaciones urbanas hasta la pérdida de fauna y flora que depende del equilibrio ecológico del río. Además, no atender la orden de CONAGUA implicaría una falta grave que podría derivar en sanciones administrativas o incluso legales.
Lo que parece claro es que esta situación no debe minimizarse. El tiradero de escombro es un síntoma más de una obra marcada por la improvisación y la falta de cuidado. Una muestra de cómo un proyecto que debía beneficiar a la población puede convertirse en amenaza cuando se ejecuta sin responsabilidad.
Array