
La violencia familiar sigue siendo uno de los delitos más alarmantes en Nuevo León, a pesar de las promesas de mejora y las políticas públicas implementadas en los últimos años. A pesar de que las cifras han mostrado una ligera disminución en los últimos dos años, el problema sigue siendo uno de los más reportados por las autoridades. En 2022, se registraron 22,480 casos de violencia familiar, y aunque en 2023 esta cifra disminuyó a 20,320, en 2024, los números siguen siendo alarmantes, con 17,959 casos registrados hasta la fecha.
Este problema, que ha afectado a miles de familias en el estado, sigue siendo una preocupación para especialistas, activistas, y legisladores, quienes exigen acciones más concretas para frenar este flagelo. La violencia familiar se ha mantenido como el delito más común en la región durante más de 12 años, y la crisis continúa a pesar de los esfuerzos por reducir su incidencia.
El contexto y la situación actual
La violencia familiar en Nuevo León no es un fenómeno reciente, y, aunque las estadísticas pueden mostrar ligeros descensos, el panorama sigue siendo sombrío. En 2020, durante la pandemia, se registraron 17,940 casos, cifra que aumentó a 21,029 en 2021, lo que indica una tendencia creciente antes de que los números comenzaran a bajar. Sin embargo, el descenso no es suficiente para calmar la alarma que genera la violencia que se vive en los hogares de Nuevo León, especialmente en los municipios más afectados por este delito.
Entre los municipios con más denuncias, Monterrey, Juárez, Apodaca, General Escobedo, Guadalupe y García sobresalen como los que concentran más del 65% de los casos registrados en el estado. Estos municipios, además, están bajo la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM), lo que resalta la magnitud del problema y la necesidad urgente de una intervención más efectiva.
¿Qué medidas se están tomando?
A pesar de la situación alarmante, el gobierno estatal ha mostrado una escasa respuesta ante el problema de la violencia familiar. En una mesa de trabajo convocada por el Congreso local, la fiscal Griselda Núñez, encargada de los feminicidios y delitos contra la mujer, destacó que la violencia familiar sigue siendo el delito más denunciado en el estado. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, las cifras siguen siendo preocupantes, lo que pone de manifiesto que las medidas implementadas hasta ahora no han sido suficientes para erradicar este tipo de delitos.
La creación de una Agencia Estatal de Calidad del Aire, la implementación de medidas más estrictas para el control de la contaminación y la falta de programas adecuados para abordar la violencia familiar han sido temas recurrentes en las discusiones con el gobierno. Las críticas hacia el gobernador y los funcionarios locales se centran en la falta de respuestas claras y eficaces para disminuir la violencia en los hogares, además de las inconsistencias en la aplicación de políticas públicas relacionadas con la seguridad y el bienestar de las víctimas.
La respuesta de la sociedad y los expertos
Activistas, especialistas en derechos humanos, y médicos han sido claros en señalar que la violencia familiar y los feminicidios son problemáticas que no solo afectan a las víctimas directas, sino que también impactan a la sociedad en su conjunto. Durante la mesa de trabajo, se destacó la importancia de crear un marco legal sólido que respalde las acciones del gobierno y permita un enfoque integral para abordar la violencia doméstica. La falta de apoyo para las víctimas, el miedo a denunciar y la escasa aplicación de la ley son algunos de los factores que perpetúan este ciclo de violencia.
Roberta Clariond, del Observatorio Ciudadano de la Calidad del Aire, pidió que se aumentara la participación de la sociedad civil en la Comisión Ambiental Metropolitana y en las políticas públicas relacionadas con la seguridad de las mujeres. La creación de una agencia autónoma que se encargue de monitorear y gestionar la violencia familiar y de género, así como la inclusión de expertos y organizaciones sociales en el proceso de toma de decisiones, son algunas de las propuestas que se han planteado como soluciones viables.
Desafíos y perspectivas a futuro
La violencia familiar en Nuevo León sigue siendo una de las mayores crisis sociales del estado. A pesar de la disminución de las cifras en los últimos años, la falta de acción por parte de las autoridades sigue siendo un factor determinante en la perpetuación de este fenómeno. La situación es especialmente preocupante en los municipios más afectados, donde la falta de recursos, la desconfianza en las instituciones y la impunidad siguen siendo obstáculos para lograr avances significativos en la lucha contra la violencia doméstica.
El gobierno de Nuevo León debe reconocer la gravedad de esta crisis y tomar medidas más efectivas para proteger a las víctimas, sancionar a los responsables y prevenir futuras agresiones. La creación de una Agencia Estatal de Calidad del Aire, la mejora de los filtros de la Refinería de Cadereyta y el fortalecimiento de las políticas públicas en torno a la violencia familiar son cuestiones que requieren una atención urgente.
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